En distintos rincones de la costa de la Provincia de Cardenal Caro se oculta una actividad ancestral que corre el riesgo de desaparecer.
Se trata de la recolección artesanal de algas que hombres y mujeres de mar realizan desde tiempos inmemoriales, traspasándola de generación en generación, y que hoy la Ley de Pesca vigente podría terminar.
Topocalma, El Hueso de Ballena, La Mala Bajá, Los Huachos, Las Quiscas, Los Leones, Punta Centinela, La Polcura, Carrizalillo, La Caceta, El Alto Colorado, El Agua Durán, Punta de Lobos, Punta La Sirena, La Mona, La Lancha, Las Cruces, La Quebradilla y Las Trancas, componen la ruta de los algueros en Cardenal Caro.
A unos tres kilómetros al sur de la playa principal de Bucalemu encontramos uno de los primeros “rucos” (asentamientos de temporada en la orilla del mar) del conjunto denominado “Las Trancas”. En uno de ellos, don Víctor afana acomodando las tiras de cochayuyos en las tradicionales “maletas”. “Acá llegamos en noviembre y nos
quedamos hasta fines de abril”, nos cuenta. A partir de diciembre pueden entrar al mar a extraer distintas algas que crecen en los roqueríos de la orilla. “Se saca la luga, el huiro, el cochayuyo, la chasca, el luche, el ulte… antes era para alimento, pero ahora casi todo lo compran intermediarios que los venden a Asia o Europa”.
Las algas fueron muy importantes en la cocina prehispánica y colonial, sin embargo, en el último tiempo tomaron un mayor valor por su uso industrial en la producción de espesantes alimenticios, cosméticos, fármacos y comida para animales.
Una actividad en peligro de desaparecer
Don Victor y su esposa Nena, son adultos mayores y pronto dejarán la actividad. Quizás sean los últimos algueros de su familia.
“La actual ley de pesca estableció que los permisos vigentes son instranferibles y no se pueden heredar”, explica José Ahumada trabajador alguero de “Las Cruces”. “Esto será la muerte de los algueros ya que no hay más permisos”, agrega.
Según su opinión, la ley busca, igual que con la pesca artesanal, eliminar esta forma de extracción para beneficiar al sector industrial. “No hay otra explicación para el trato que se nos está dando”, afirma.
Mientras, con la esperanza puesta en que se logre cambiar la normativa, siguen mirando al mar como el sustento de su presente y futuro.
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