La historia viñatera de Paredones se remonta a 1910 cuando se plantan las primeras parras de la Viña Querelama, traídas personalmente de Europa por el Doctor Eduardo Moore Bravo, urólogo, antropólogo, botánico, rotario y médico de la guerra civil. Sus cepas de chasselas, torontel, riesling y moscato italiano fueron fructíferas y surtieron a otras viñas chilenas, elaborando vinos hasta la crisis económica de 1982.
Este pasado, que parecía olvidado, resurgió después de 30 años con el aliento de las viñas Casa Silva, La Estampa, Koyle y Santa Helena que han comenzado a producir nuevamente en la zona.
El vino de costa se ha revalorizado y tiene en los suelos de Paredones excelentes resultados y ya ha logrado su sello de origen. Los parronales crecen en las suaves laderas de tierras que mezclan granito y cuarzo que, sumado a su cercanía al mar, otorgan a los frutos salinidad y minerales únicos que se reflejan en los mostos que resultan.
Cuando visite Paredones, probablemente transite por su avenida principal: Doctor Moore. Ya sabe, brinde por él.
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