“Lo Valdivia, tierra de sal y salineros” reza el letrero que da la bienvenida a los viajeros que llegan al lugar por la Ruta I-524. Y hace bien, pues el camino, que baja de los cerros que la rodean, da una panorámica de la gran laguna donde aún se cosecha la sal de mar de un modo ancestral.
El agua de mar se divide en sitios de baja profundidad para que el sol la evapore y luego se extrae la sal que se cristaliza en la superficie. Lo hacen con palas de madera, como viene haciéndose hace siglos.
“Es una linda tradición que se mantiene gracias al trabajo de la gente de la zona y apoyo estatal que se recibió en tiempos críticos”, nos cuenta Luis Muñoz, salinero a cargo de la planta procesadora de la Cooperativa que forman salinas de Lo Valdivia, Cahuil, Barrancas y La Villa. Allí se elabora la sal “Ancestros del Pacífico”, que cuenta con sello de denominación de origen.
“La actividad había decaído y casi muere con el terremoto de 2010”, señala don Luis. Pero a partir de esa fecha se inicia un resurgimiento y revalorización. Los salineros se asocian y logran apoyo de Codelco para el desarrollo de la minería artesanal. En 2011 reciben desde el Consejo de la Cultura el título de “Tesoros Humanos Vivos”. Ese mismo año obtienen fondos para construir una Sala de Procesos y Ventas para, en 2013, recibir autorización sanitaria para comercializar la sal como producto comestible y ganar, junto a los salineros de la Región de O’Higgins, la certificación de “Sello de origen”.
En la actualidad se envasan diversas variedades de sal en distintas presentaciones. Doypacks, saquitos artesanales y vasijas de greda, conteniendo sal pura y saborizada, se pueden encontrar en la sala de ventas ubicada en el kilómetro 0 de Lo Valdivia.
Cómo llegar:
Desde Santa Cruz:
Ruta I72 + Ruta I-524
Desde Pichilemu:
Ruta I-500 + Ruta I-72 + Ruta I-524
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