Debe haber sido muy distinto hace años el vergel que cruza la Ruta I-566-J y que los picunche denominaron Cutemu (Madera de espino). Hoy unas productivas huertas saludan con su verdor las primaveras y veranos.
También es de esta zona el trigo ligún, cuya paja trenzada es una tradición que heredan sus habitantes desde hace siglos y se mantiene como en ningún otro lugar.
Las trenzadoras y los trenzadores de paja de trigo ligún de Cutemu actualmente son los únicos que desarrollan esta técnica. “Antiguamente la trenza se usaba sólo para hacer chupallas y la compraban a precios mínimos los fabricantes”, nos cuenta Graciela Toledo, destacada artesana que aprendió a trenzar de sus padres y abuelos.
En el taller de Graciela finas trenzas, naturales y teñidas, dan vida a prácticos utensilios como canastos; accesorios como cinturones, pulseras, aros y anillos; o sombreros tanto para el uso como adornos. “Ahora este trabajo se valora”, nos cuenta. Y explica que desde que se cosecha el trigo hasta que se convierte en materia prima pasan hasta tres meses de procesos.
La dedicación de Graciela (quien ostenta el premio Sello a la Excelencia en Artesanía Chilena 2018), así como la de las trenzadoras y trenzadores de Cutemu han revalorizado el oficio, logrando que sea declarado oficialmente como patrimonio cultural inmaterial en Chile.
Desde San Pedro de Alcántara:
Ruta I-566-J (5 kilómetros)
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